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LA DETECIÓN DE UN OBISPO AUMENTA LA TENSIÓN ENTRE LA IGLESIA CATÓLICA Y EL GOBIERNO DE NICARAGUA.

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos condena la «detención arbitraria» de otro sacerdote, quien «fue sacado de su vehículo y llevado en una patrulla con rumbo desconocido»

La tensión aumenta cada día. El sábado pasado, cientos de nicaragüenses acudieron a una misa bajo vigilancia policial después de que las autoridades prohibieran una procesión religiosa por las calles de la capital por motivos de «seguridad interna».

«Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen», decía el cardenal Leopoldo Brenes en la misa cuando abordaba las tensiones y la detención del obispo Rolando Álvarez, que lleva casi dos semanas retenido por la policía acusado de «desestabilizar el país».

Este lunes la diócesis de Siuna denunciaba la detención del sacerdote Óscar Benavidez, de la parroquia Espíritu Santo de la localidad de Mulukukú. En un comunicado aseguraban que se desconocen las causas y pedían información, aunque la Policía todavía no había confirmado la desaparición.

El viernes, el Vaticano se pronunció públicamente por primera vez sobre las recientes medidas contra la iglesia en Nicaragua. El observador permanente del Vaticano ante la Organización de Estados Americanos expresó su preocupación durante una sesión especial del consejo permanente del organismo.

Además, los miembros de esta congregación afirman que han escrito una carta al papa Francisco para que interceda en la situación del país.

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