Competida victoria del Real Madrid, que suma su quinta Supercopa consecutiva, ante un Barcelona que dominó la primera parte.
No le llamen Supercopa, llámenle trofeo del Real Madrid. El equipo blanco, que estuvo grogui durante buena parte del partido, supo recomponerse en la segunda parte con un tercer cuarto espectacular, sostenido por los triples de Llull y el poder de Tavares bajo los aros. Quinta Supercopa consecutiva para el equipo blanco, que demostróp un gran poderío físico a estas alturas del curso.
No defraudó el primer cuarto de la final de la Supercopa. Aunque es pronto porque es el principio del campeonato, el torneo es un excelente momento para testar las nuevas incorporaciones de los dos equipos de cara a esta nueva temporada. Sostenía Sertaç Sanli al Barcelona, que anotó los once primeros puntos del equipo azulrana. Además, el turco le ganó la partida en la pintura a Tavares y mostró que la altura no está reñida con los buenos lanzamientos desde el perímetro. Se echaba en falta el acierto de Laprovittola, que en la semifinal ante el Joventut batió el registro de triples con siete tiros anotados. Malos ataques en general de ambos equipos, con las defensas ajustándose cada vez más y permitiendo que el Madrid se se anote el primer parcial (17-15). El equipo blanco ha estado mal en el lanzamiento de triples, sumando solo uno de siete intentos, aunque ha logrado 8 rebotes ofensivos y ninguna falta personal.
El segundo cuarto había marcado el partido hasta el momento y los blancos querían enjugar los ocho puntos de diferencia. Pero no encontraba el camino el equipo madrileño. El Barcelona colapsaba la zona y a los de Chus Mateo le faltaban ideas, colapsados en ataque. Secos en ataque estaban ya en un 13 de 42 tiros de campo, con un 1 de 9 en triples y solo ha dado seis asistencias. Sanli volvía a marcar diferencias, con seis puntos más pero Tavares forzaba la cuarta personal del turco. El técnico blanco, obligado a pedir otro tiempo muerto (36-47). Sus jugadores parecían noqueados y solo se aguantaban por la calidad de sus individualidades. Laprovittola escogía dirigir, viendo que no era su día en el tiro. Dos genialidades de Musa metieron al Madrid en el partido (40-47) y provocaba el tiempo muerto de Jasikevicius.
La prórroga comenzó con una absurda técnica de Jasikevicius, que anotó Llull, poniéndole las cosas más difíciles a los suyos. Y apareció Laprovittola, con un triple y una bandeja pero Llull respondió y Tavares se convirtió en un gigante bajo los aros. El pivot blanco decidió el partido con una chapa sobre Sanli en el ataque en el que el Barcelona trataba de empatar el choque. El Madrid se colocaba a cuatro puntos de distancia con once segundos por delante.
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